La esterilización es el proceso con el que podemos cerciorarnos, a través de distintos indicadores, de la destrucción y eliminación de microorganismos. Sabemos que los dispositivos médicos pueden ser vehículos de transmisión de agentes infecciosos, por lo que el rol de las Centrales de Esterilización es contribuir a la disminución de este riesgo, siendo un servicio de apoyo fundamental en todo centro hospitalario.
Se ha comprobado, a través de evidencia científica, que el proceso de esterilización es una medida comprobada de prevención y control de las Infecciones Asociadas a la Atención de Salud (IAAS). Pero, ¿cómo estamos en América Latina en tema de esterilización?
Si bien, vivimos en países que no cuentan con los mismos recursos financieros unos y otros, hoy en día no estamos lejanos a los estándares internacionales. La gran diferencia está en que países europeos han instaurado la “liberación paramétrica” en el proceso de esterilización, el cual desconoce el uso de los indicadores biológicos. Algunos creen que esta tendencia ayuda a reducir costos, lo que es un pensamiento erróneo. Es necesario mantener condiciones muy estrictas de los parámetros de esterilización y control de cada una de las etapas, condiciones que en América Latina aún son difíciles de obtener.
En este contexto, se reafirma la importancia de los indicadores biológicos, al ser los únicos capaces de medir, de manera efectiva, la calidad del vapor, entendiendo que en el ciclo de esterilización no hay como medir su humedad y, si no tenemos la humedad adecuada, no podemos garantizar que la destrucción microbiológica fue efectiva. Por esto, el test microbiológico es la evidencia real de la destrucción de los microorganismos.
Sumado a esto, es importante que las personas que trabajen en esterilización tengan la capacidad de interpretar los resultados, si no sabemos entenderlos de nada sirven los indicadores. Si contamos con un equipo entrenado, estos pueden tomar decisiones correctas, como liberar o no una carga procesada.
Contrario a lo anterior, profesionales no entrenados o que no posean las competencias en el campo de la esterilización, no podrán utilizar correctamente la tecnología disponible.
Ese es el desafío mundial, educar a los profesionales y capacitarlos.